miércoles, 9 de junio de 2010

Vecina del cráter de Guatemala: “No estoy descansando, estamos muy miedosos”

Vecina del cráter de Guatemala: “No estoy descansando, estamos muy miedosos”

06:30h | María Torrens

La familia de Miriam Arévalo ha perdido una propiedad con el socavón de 60 metros de profundidad que hace más de una semana se tragó de la noche a la mañana un edificio y causó la muerte de una persona en la colonia de Ciudad Nueva de la capital guatemalteca. Viven a sólo unas manzanas del cráter y el miedo se ha apoderado de sus vidas.

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30 metros de diámetro

Vista aérea de este lunes 31 de mayo de 2010 del hundimiento de tierra que se produjo el pasado sábado en Ciudad de Guatemala, como consecuencia de las fuertes lluvias provocadas por la tormenta tropical Ágatha. El enorme cráter, que se produjo sobre las ocho de la tarde, es de unos 30 metros de diámetro y 60 de profundidad.

Miriam Arévalo y Alfredo Campo viven a escasos 100 metros del cráter que se ha tragado el edificio de tres pisos de la hermana de Árevalo, la fábrica de uniformes a la que se refieren todos los medios de comunicación, y amenaza con derrumbar otro edificio que pertenece a la propia Arévalo.

A sus 67 años, Alfredo Campo sigue trabajando como guardia, lo que permite al matrimonio tener un sustento suficiente, pero ahora han perdido el dinero que les proporcionaban los alquileres de estas propiedades, heredadas de sus padres.

“La casa que se hundió era la casa de mi papá. Mis hijos prácticamente nacieron allí. Es nuestra herencia, los recuerdos de mi familia, que tanto luchó”, se lamenta Miriam Arévalo.

“Estábamos cómodamente viendo la televisión cuando sentimos un fuerte golpe y por la ventana vimos un luzaso [gran luz] que creimos que era un rayo que había caído en el poste de enfrente. Luego vimos cómo los cables del tendido eléctrico eran jalonados y luego se cortó el servicio”, recuerda Campo.

“Estamos muy miedosos, el daño psicológico tarda [en disiparse], porque estamos a cuadra y medio del agujero”, añade Miriam Arévalo. Ha pasado más de una semana, pero a Arévalo aún le cuesta conciliar el sueño: “No estoy descansando. Está uno muy alterado, muy nervioso. Cuesta mucho controlarse. Durante el día me tomé una pastilla natural con valeriana y esas cosas y dormí bien”.

Desasosiego de los vecinos

Ella es vice presidenta de la asociación de vecinos de Ciudad Nueva, el barrio de la capital guatemalteca donde se produjo el hundimiento, y se lamenta de que las autoridades no les hicieran caso cuando denunciaron tiempo atrás el temor de que se repitiera el hoyo que ya en 2007 se tragó parte de la tierra en el cercano barrio de San Antonio. Además, Miriam Arévalo asegura que llevan años quejándose de que las aceras y las casas de la zona se han hundido.

“Ya se ha hecho una demanda contra las autoridades, sobre todo pidiéndole a la Procuraduría [de Derechos Humanos] para que medien y hagan algo. Ya avisamos y no nos hicieron caso. Ahora necesitamos que nos pongan oídos” reclama Arévalo, que en los últimos días se ha reunido con diversos representantes de las autoridades sin obtener respuestas claras.

De momento, el matrimonio no piensa mudarse, a la espera de la evaluación del terreno que está realizando Conred, la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres, que estas semanas está más ocupada de lo habitual tratando de mitigar las consecuencias de la erupción del volcán Pacaya y del huracán Ágatha que se ha cobrado la vida de más de 170 personas en el país además de solucionar el problema del socavón.

El doctor Rogelio Castillo tiene su clínica dental a sólo un kilómetro del socavón, una distancia suficiente para que el derrumbamiento de la tierra no afectara a su negocio. “Mi clínica queda retirada de donde fue el hundimiento aproximadamente 10 cuadras”, explica Castillo. “Hasta el momento, el flujo de pacientes continúa normal”.

Sin embargo, Castillo se siente “atemorizado de que pueda suceder algo similar en nuestro barrio o en cualquier otro lado de nuestra ciudad”.

“Las autoridades en vez de buscar soluciones han tratado de evadir responsabilidades y culparse mutuamente. Los vecinos nos encontramos con la incertidumbre de cuánto durará esto”, añade.

La voz de los expertos

Patricia Cifuentes es licenciada en arquitectura y aunque no vive en la zona, sí tiene numerosos amigos residentes allí. Por eso, se ha interesado especialmente por el suceso y ha hablado con ingenieros hidráulicos y geólogos de los organismos oficiales bajo la condición de mantener su anonimato.

A pesar de las primeras indicaciones buscando el motivo del hundimiento en un terreno poroso y la existencia de cavernas a varias decenas de metros bajo tierra, Cifuentes asegura que el problema es que la red de alcantarillado no se ha revisado en los últimos 30 años, lo que ha provocado la fuga de agua bajo tierra, algo que finalmente habría provocado el cráter. Una tesis que apoya el geólogo Sam Bonis.

De hecho, Conred ha declarado peligrosos tres colectores en zonas distintas de la capital guatemalteca. La Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres ya dijo que el cráter se debió a una acumulación excesiva de agua en la zona. “Es posible que exista alguna conexión entre la excesiva recarga hidráulica del sistema de drenajes y el ingreso de arena volcánica proveniente de la erupción del volcán Pacaya”, dijo a través de un comunicado.

A pesar de todo, Cifuentes añade que “no hay evidencia de nada” y que lo que hace falta es informar mejor a la población. “Me pareció un abuso total no informar a la población. Los trataron como si fueran tontos”, asegura.

“Tengo amigos que viven en el barrio, su propiedad –si es que la tienen y no están alquilados- queda devaluada, porque queda el fantasma, los damnificados tienen que alojarse con sus familias, porque no les indemnizan y en esta parte del mundo no existen los seguros”, se lamenta la arquitecta.


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